Por Ricardo Luis Mascheroni -docente-
El 28 de agosto de 1963 Martin Luther King pronuncia el famoso discurso “YO TENGO UN SUEÑO” en favor de los derechos civiles de los negros y todos los sectores discriminados en EE.UU., frente al monumento de Abraham Lincoln, en el marco de la Marcha sobre Washington por Trabajo y Libertad, una de la mayores movilizaciones sociales en la historia de ese país.
Pese al clima de tensiones y temores, la marcha fue un rotundo éxito. Más de 250 000 personas de todas las etnias se reunieron el 28 de agosto de 1963 frente al Capitolio de los Estados Unidos.
Gracias a ese discurso, que está considerado como uno de los mejores de la historia estadounidense, se extendería por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles y King se consolidaría como uno de los más grandes oradores de esa nación.
La convocatoria tenía como ejes centrales, además del respeto por los derechos civiles las siguientes demandas específicas:
.- el fin de la segregación racial en las escuelas públicas;
.- una legislación significativa sobre los derechos civiles (incluyendo una ley que prohibiese la discriminación racial en el mundo del trabajo);
.- una protección de los activistas de los derechos civiles de la violencia policial;
.- un salario mínimo de 2 dólares para todos los trabajadores sin distinción; ya que a los negros se le pagaba menos.
M.L. King, era un seguidor de las enseñanzas del Mahatma Gandhi y por tanto predicaba la no violencia en sus luchas y resistencias al sistema injusto vigente en su país, en su momento pronunció una famosa frase para fomentar el compromiso y la participación de muchos de aquellos ciudadanos que eran prescindente y ajenos a estos conflictos que agraviaban a los derechos humanos de millones de personas, en la que expresaba: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”.
Sus luchas y el crecimiento de sus demandas precipitaron, la violencia de sus opositores, que empezaron a escribir la historia de una muerte anunciada, que efectivamente se concretó en el año 1968, en que fue asesinado, en un hecho aún no esclarecido en su totalidad.
Pese a que ya han transcurrido más de 50 de aquél hecho, las minorías no han obtenido acceso a una igualdad plena en dicho país y los abusos contra ellos continúan.
En el discurso entre otras cosas expresaba: “Os digo hoy, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y alcanzará el verdadero significado de su credo: ‘que todos los hombres han sido creados iguales’.”
“Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.”
“Tengo un sueño: que un día incluso el estado de Mississippi, un estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y justicia.”
“Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por los rasgos de su personalidad. Tengo el sueño de que un día en Alabama, con sus despiadados racistas, que un día, justo allí en Alabama niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y hermanos.”
“Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que yo vuelvo al sur. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de desesperación, una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de luchar juntos, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres.”
“Que repique la libertad desde las enormes montañas de Nueva York. Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve de Colorado. Que repique la libertad desde las curvas vertientes de California. Pero no solo eso; que repique la libertad desde cada colina de Mississippi, desde cada ladera. Que repique la libertad. Ese será el día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: ‘¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!”.
Creo que vale la pena recordar estos ejemplos de lucha y dignidad en una Argentina que todavía tiene muchas grietas provocadas por sectores, cuyos paradigmas tienen mucho que ver, con los de aquellos que terminaron con la vida de ese gran pacifista americano.