Por Jorge Álvarez
Era fría, gris, con llovizna y en las radios sonaba música sacra.
Así era la Semana Santa antes. Recogimiento, oración, visita a las iglesias.
Sol, turismo, movidas varias y si te he visto no me acuerdo, así es la Semana Santa hoy.
Qué pensará Jesús, el Cristo, que hasta dejó que lo crucificaran por nosotros.
Pero claro todo cambia, todo evoluciona y no creemos en nada…hasta que te pasa algo que te hace reflexionar y mirar para el cielo.
Que puede haber hecho cambiar tanto algo que no tiene que ver con el gobierno ni la política. Algo que tiene que ver con vos, tu intimidad, tu vida, y sin embargo te volviste escéptico, descreído, duro, materialista. Aquello que sucedió una vez y marcó el inicio de una nueva etapa ética y moral. De valores y principios. De amor, reconocimiento, respeto y ayuda al prójimo.
La Semana Santa es Santa porque tiene que ver con tu alma. Porque son apenas cuatro días de volverse hacia adentro para después salir afuera renovado después de haber vuelto a encontrar nuevamente ese puente que es Jesús. “Yo soy el camino, la verdad, la vida”, dijo. ¡Pequeña ayuda nos dio!