RUMBO A UNA ECONOMIA HUMANA


Por Hugo Polcan

Un río nunca pasa dos veces
bajo el mismo puente (Heráclito)

La pandemia actual es un acontecimiento histórico mundial de tal magnitud que ya la vida no será igual. Los antiguos dijeron “vita est motus” (la vida es movimiento), de tal manera que los procesos vitales están hechos para el desarrollo. El agua que se estanca se contamina. Si no se avanza se retrocede. El quedar fijado a un presente es regresión, es “perder el tren” y malgastar oportunidades para una mejor calidad de vida.
La pandemia ha interrumpido nuestra vida. Habrá que retomarla, pero no como fue hasta ahora. El tiempo para la construcción de un mundo nuevo, más sano y más humano, comienza ya, es hoy.

La industria de la felicidad

La sabiduría oriental alimentó desde siempre altos valores morales que gestaron personalidades como las de un Gandhi. Pero una “occidentalización” de métodos y prácticas  que la desnaturalizan y su mezcla con un “cosmeticismo” americano superficial y narcisista termina transformando toda esa conjunción en  un material de consumo. El estilo de vida de la globalización ha puesto su mira especialmente en el bienestar personal, el estado físico y su apariencia externa, y se ha puesto de moda para tal fin una abultada variedad de métodos, técnicas y productos. Allí se mezclan más o menos indiscriminadamente rubros como alimentación dietética, estado físico “saludable”, higiene corporal y mental, aromas y cosméticos de todo tipo, “fitness”…  En especial, se busca crear una imagen atractiva para los otros. Por otro lado, están las artes marciales, la meditación, el yoga, la relajación…Muchas de estas prácticas poseen una tradición milenaria y han surgido de una sabiduría profunda, no simplemente como una técnica útil sino como fruto de una concepción de vida e incluso de una cosmovisión religiosa. Pero actualmente se las suele utilizar aquí desgajadas de sus raíces, como un artículo de consumo, comercializadas y sin compromiso personal, como un ritual vacío al servicio de un egocentrismo superficial propio de la mentalidad de la época. Se ha credo una industria de la felicidad, que en una cultura con una economía humana, la artificialidad de esta vida cosmética no tendría lugar.
En una invasión callada, esta desnaturalización de los diferentes aspectos de la vida, se va dando tanto en el orden económico como en el estético y aun en el espiritual, complementándose  y fortaleciéndose mutuamente  en una tóxica mentalidad globalizadora.

La espiritualidad capitalista

Las inevitables necesidades espirituales de la población han hecho que la cultura economicista encontrara una  espiritualidad con la que no entrara en conflicto.  Así, “la práctica de meditación conocida como   mindfulness es la nueva espiritualidad capitalista a la medida del mercado, a imagen y semejanza de McDonald’s”.Ronald Purser). Según Jon Kabat-Zinn, apodado “el padre del mindfulness”, estamos en medio de una “revolución de la conciencia”, al borde de un renacimiento global, y el mindfulness “puede ser realmente la única esperanza que la especie y el planeta tienen para sobrevivir los próximos doscientos años”.
Resulta poco serio este lenguaje de profetismo autosuficiente y exagerado. Y en este contexto de desigualdades exasperantes y economías del descarte, la ingenuidad política de la “revolución consciente” es asombrosa. Su atención se ha reducido a una técnica de autoayuda mercantil e instrumental que, tal vez sin saberlo, refuerza los dogmas de la economía deshumanizada.
La concepción del orden neoliberal de que la responsabilidad del bienestar está sólo en los individuos y no en el mercado ha sido una bendición para la industria del mindfulness,  que se cotiza en mil cien millones de dólares, ya que postula  que la causa subyacente de nuestra insatisfacción y angustia es que no concentramos la atención en el momento presente. No se da cuenta que el estrés y el sufrimiento social son el resultado de desigualdades masivas, prácticas empresariales nefastas o corrupción política, sino que lo atribuye a una crisis dentro de nuestras cabezas faltas de concentración.  El estrés es simplemente “una fatalidad de la era moderna que debemos saber tolerar”. El problema no estaría en el capitalismo financiero salvaje sino más bien  en la incapacidad de los individuos para soportar una economía siempre incierta.
El mindfulness y la industria de la felicidad comparten un despolitización del estrés. Según Mark Fisher, esto “ha llevado a una destrucción casi total del concepto de lo público” y a naturalizar y perdurar los sistemas tóxicos. La falsa revolución de la conciencia enfrenta los problemas del capitalismo refugiándose en el conformarse con una pasividad política resignada.

Este movimiento se ha promovido a sí mismo como un remedio científico que espera que sane la llamada “enfermedad del pensamiento” de la civilización moderna. Se nos dice que, al practicarlo, podemos pasar de nuestro hacer frenético a un “modo de ser” más armonioso, sólo con aprender a “soltar y a fluir” en situaciones estresantes. Pero el foco exclusivo sigue estando puesto en el individuo: “solo tienes que estar en el momento presente y todo estará bien”.  Además, la nueva inmunización supuestamente puede ayudarnos a prosperar en medio del estrés de la vida moderna y se comercializa como una forma de mejorar nuestra productividad  y de convertirnos en trabajadores más eficaces.
Esta actitud “momentista” conduce a un retiro permanente en el refugio psíquico individualista y egocéntrico como paliativo. Lleva a naturalizar y mantener los sistemas deshumaizados sin pensar alternativas para el capitalismo actual.                                                                                        

La banca ética

 El sistema de vida actual, fascinado por el progreso tecnológico y científico y embarcado en el consumismo y la superficialidad, ha desembocado en un Economicismo tóxico. Pero al mismo tiempo, se ha venido imponiendo la convicción de que la situación se hace insostenible. Y en muchos lugares se intentan nuevos caminos.
Un ejemplo de ellos es la “banca ética”, una entidad de crédito con visión social. Se trata de un banco con otro tipo de valores, que ofrece al cliente los mismos servicios que un banco comercial, pero invierte sólo en proyectos y en empresas socialmente responsables. Si otorga un crédito, será para cuestiones que también promuevan el bienestar de la sociedad
Y uno de sus voceros expresa: “Hemos perdido la dignidad humana. En lo único que pensamos es en la riqueza económica, y eso es lo que tiene que cambiar”.No esperemos que los gobiernos cambien; quien tiene el poder de cambiar esto son los ciudadanos: si no me gusta lo que hacen los bancos, con mi dinero no lo van a hacer”.“Los propios bancos fomentan esa compra compulsiva de cosas que la gente no necesita y que la lleva a endeudarse hasta en un 50% de su salario. Detrás de un precio barato, hay alguien que lo está pagando caro en otro sitio: personas explotadas o el planeta destruyéndose”. “Creímos que el mercado tiene leyes inamovibles. Pero el mercado no obliga a ganar el máximo explotando a la gente”. (1)

El afán de riqueza debe adecuarse al límite ético correspondiente al medio en el que se actúa; o sea: a las condiciones sociales, políticas y culturales. Las redes financieras supranacionales carecen de una visión integral del hombre y, abocadas a la especulación, conciben a las personas sólo como clientes y consumidores. Hoy poseen una fuerza superior a la de los gobiernos nacionales, los vienen sometiendo como siervos débiles y con el poder que les brinda libertad de acción provocan desequilibrios y crisis que finalmente terminan comprometiendo la estabilidad y la eficiencia del sistema económico interno de cada nación. Con sus maniobras especulativas afectan también el equilibrio del sistema político de los países y la política resulta sometida a la economía. Una economía distinta supone la remoción de los criterios instalados en las mentes por el economicismo globalizador. Y, a la vez, la búsqueda de otros caminos más sanos y prometedores, que respondan a las genuinas necesidades de la condición humana.                                                              

El camino de la Fortaleza

El  camino ineludible hacia una Economía Humana es el de la Fortaleza para enfrentar la resistencia al cambio, que es una fuerza formidable del psiquismo humano que sociólogos y psicólogos no cesan de señalar. Requerirá un gran esfuerzo, porque los errores que nos han deparado tamaños males se han naturalizado.  Pero es el derrotero necesario. Es inevitable una especie de “purificación de las mentalidades”,  una “metanoia”. En caso contrario, la humanidad se perderá nuevamente en extravíos de los cuales quién sabe cuándo podría salir.
Debemos asumir la Resistencia. Con este término designamos todo movimiento social, político o cultural, opuesto al abuso del poder y a la explotación en cualquiera de esos ámbitos. Pero es de advertir que toda acción resistencial genuina supone estar imbuido de una mentalidad que le da sentido a la acción y supone una actitud enraizada en un carácter moral y una convicción acerca de la legitimidad de los valores que se sustentan.En ese camino, en el presente hay dos ámbitos significativos que requieren acción: el político y el económico. Damos por sentada la importancia substancial de una conciencia ética en la población, sin la cual toda transformación social carece de fundamento. Sabemos del valor de la esfera política, es decir: de la real participación de todos los ciudadanos, como iguales, en las decisiones que los afectan. (2). Pero todo ello enseguida será pasto de la explotación si la urdimbre económica no posee los rasgos de una Economía Humana. Es preferible siempre atender al concepto de Desarrollo antes que al de Crecimiento.  Desarrollo es crecimiento sostenido y a largo plazo de todos los factores (económicos, sociales, institucionales…) que permiten el mejoramiento cultural y ético de la sociedad toda. Más ética provoca más desarrollo. (3) Por fortuna, el pensamiento de Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, ha traído un nuevo modo de valorar lo humano en Política y en Economía, con un enfoque superador del crecimiento: para él,  el auténtico desarrollo no tiene por objetivo ”aumentar la riqueza de las naciones sino facilitar la mayor libertad posible a todas las personas para decidir sus opciones y alcanzar una vida más humana” Hay crecimientos que pueden producir abundancia de bienes, pero sólo para quienes pueden pagarlos, no para todos. El crecimiento únicamente económico provoca muchas veces un agravamiento de la pobreza y subdesarrollo material y moral” (Edgar Morin). Pero gozamos a nuestro favor  que no existe plan económico que tenga éxito si no cuenta con el apoyo de la población. Para los economistas del sistema actual, la conducta humana constituye un fenómeno “molesto” que no saben cómo manejar. El comienzo está en darse cuenta que esto es posible. Y el mayor peligro es caer en la tentación de la resignación. Los creyentes pondrán su confianza en el poder del Espíritu. Los no creyentes en las fuerzas latentes de la naturaleza humana. Pero todos tenemos que unirnos en la empresa común. Nadie se salva solo. …………………………………………………………………………………………..
(1)  Joan Antoni Melé, profesional del sector bancario con casi cuatro décadas de experiencia, consultor económico y autor de los libros La economía explicada a los jóvenes y Lo que nos queda por vivir.  En 2006 decidió lanzar en España la “banca ética”, una filial de Triodos Bank, el banco ético más grande de Europa, con 700.000 clientes y un movimiento de casi 13.000 millones de euros al año.
(2) Por razones de extensión, no hemos podido  dedicarnos en ese artículo  al tema de la Política.
(3) Más ética, más desarrollo – B.Kliksberg . Grupo Edit. Temas ( Bs. As. 2004) 


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