EDITORIAL
Por Ricardo Luis Mascheroni -docente-
Les confieso que la reciente partida de Jorge, hacia horizontes más elevados, me dejó en un estado de orfandad, ya que fueron muchos años de amistad entrañable, trabajos compartidos y afectos mutuos.
Para mí, era quizás, el más grande periodista que nos ha dado estos pagos, sin desmerecer a ningún otro, pero además era un innovador, un pionero y un profesional de una creatividad sin par, como lo prueban sus numerosos trabajos que quedarán en la memoria de todos, como “La Tierra y su Gente”, “Tincho Carpincho”, el “Periódico 30 Días Para Gente que Piensa”, para mencionar solamente algunos.
Es cierto como afirma Alberto Cortez, “cuando un amigo se va, queda un espacio vació”, pero también es cierto que “Cuando un amigo se va, Queda un tizón encendido, Que no se puede apagar, Ni con las aguas de un río” y en ese sentido Jorge ha dejado una hoguera encendida, que muchos trataremos de mantenerla, iluminando de cara al futuro.
Jorge fue un maestro en lo que hizo y hacía, pero además, fue un maestro generoso, que en lo personal trató como un par, a quién no le llegaba a los talones y me hizo el convite permanente de estar a su lado.
Y apelando a Cortez nuevamente, sentía que “Cuando un amigo se va, Galopando su destino, Empieza el alma a vibrar, Porque se llena de frío”, recordando nuestras pláticas en torno a la política, las ilusiones, las búsquedas y sobre todo la vida, con nuestras coincidencias y divergencias respetuosas.
En esas cavilaciones andaba, cuando el 1 de Abril, recibo en Facebook, un mensaje de Jorge que me dio mucha nostalgia y sorpresa, y que antes de leerlo, digo, será viejo?, pero al abrirlo , era de su entrañable compañera Ivonne, que me comunica la intención de seguir haciendo, junto a su hijo Martín, estas reflexiones en voz alta, que se llaman 30DÍAS.
Cómo podría negarme ante tamaña invitación?, que tomo como una resurrección y un homenaje a la memoria del amigo, con el compromiso de seguir volcando en la publicación, “la otra mirada” de la que tanto insistía Jorge.
Termino diciendo, “VUELA ALTO” Jorge, esperando cumplir con su legado.