Por Carlos Del Frade
(APe).- Durante muchos años los combatientes argentinos en Malvinas eran recordados en los desfiles del 2 de abril y muy pocas veces más durante los otros 364 días del calendario. Tuvieron que asistir a familias inundadas, dar de comer en las noches frías de invierno a la gente en situación de calle, ofrecer centenares de charlas para acceder a una pensión respetable y padecer casi cuatrocientos suicidios de compañeros que no pudieron soportar tanta indiferencia para con ellos y sus familias.
Cuarenta años después de la decisión del gobierno de Leopoldo Galtieri, dentro de la dictadura cívico militar y que produjo el peor terrorismo de estado en la Argentina, Malvinas se actualiza a partir del respeto para con aquellos sobrevivientes de una guerra enancada en una causa histórica y popular pero utilizada por quienes liquidaron la soberanía popular a fuerza de secuestros, torturas, tumbas clandestinas, picana, usurpación de viviendas, apropiación de bebés y lograron quintuplicar la deuda externa que todavía agobia a las grandes mayorías.
Esta investigación periodística pone el acento en una breve historia del imperio inglés y sus intereses permanentes.
En aquellas invasiones de 1806 y 1807 y que continuaron con la dominación de los bienes comunes, los puertos, las tierras, los bancos y la imposición de un modelo de desarrollo que generaba grandes ganancias para sus empresas y asociados criollos al mismo tiempo que condenaba a los que eran más en estos arrabales del mundo.
Pero Malvinas, en realidad, es la continuidad de la guerra del Paraná.
Aquel intento de dominar puertos y la producción del interior de Sudamérica a través de los combates de la Vuelta de Obligado y que culminó con la victoria criolla, prolijamente olvidada y desterrada de la memoria popular que fue Punta Quebracho, el 4 de junio de 1846.
Por eso este libro repara en la historia de un personaje que en los últimos años supo colarse entre los fantasmas que aparecen en los billetes que acompañan la vida cotidiana del pueblo, el gaucho Antonio Rivero. Hay papel moneda que representa el valor de cincuenta pesos y su imagen junto al perfil de las Malvinas reemplazó a los viejos billetes que tenían al siempre controvertido Domingo Faustino Sarmiento, “padre del aula…gloria y loor”, como decían las estrofas aprendidas en la escuela primaria.
La toma de Malvinas en 1833 fue, en realidad, la primera operación conjunta entre ingleses y estadounidenses luego de la independencia de 1776.
Esa alianza se mantuvo hasta 1982 y también llega al presente, cuarenta años después de la guerra de 74 días.
Y más allá de esa historia que se inicia con las invasiones militares entre 1806 y 1807, sigue con el empréstito de la Baring Brothers y vuelve a manifestarse de manera material con la ocupación de Malvinas, entendemos que es en La Forestal donde la matriz de la dependencia se consolida, no solamente en la provincia, si no también en toda la Argentina.
Explotación irracional de bienes comunes, exportación de naturaleza, pauperización de las tierras, empobrecimiento y éxodos poblaciones y trata de personas son las cinco matrices que impuso La Forestal y permanecen en el presente.
No solamente en Santa Fe si no en diferentes lugares de la Argentina.
Por eso reclamamos al gobierno inglés, al estado inglés, cómplice del ecocidio que todavía padecen los pueblos forestales que repare el daño a través de una indemnización de por los menos tres mil millones de dólares.
Las guerras de Malvinas y del Paraná son los intereses de dominación sobre los bienes comunes que todavía subsisten en Argentina y América del Sur en su conjunto.
El dominio por el Paraná sigue siendo el corazón de la economía argentina.
Quien controle, administre y planifique la exportación por el Paraná estará quedándose, por lo menos, con 30 mil millones de dólares.
La discusión sobre la vía troncal del Paraná en torno al dragado, balizamiento y peaje es, en concreto, la tensión que resolverá quiénes serán los beneficiados por semejante drenaje de riquezas.
Pero los intereses ingleses siguen vigentes más en la Argentina continental que en las islas a través del manejo de empresas estratégicas que van desde la alimentación hasta las de medicina, minería y cosmética.
Una continuidad en el tiempo que tuvo en la provincia de Santa Fe una geografía clave para entender las tramas de dependencia.
La constitución del Banco Provincial, por un lado y luego, nada menos, que el latifundio de La Forestal que saqueó cuatro millones de quebrachos colorados, únicos en el planeta, por lo que el estado inglés se llevó, como mínimo, tres mil millones de dólares que todavía reclamamos como reparación histórica e indemnización para con los pueblos del norte profundo donde después del ecocidio que continúa, están los peores indicadores en necesidades básicas insatisfechas y analfabetismo que padece el segundo estado de la República Argentina.
Y hay una clave en aquella dictadura: Galtieri.
El comandante del segundo cuerpo de Ejército con sede en Rosario y jurisdicción en las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos, ganó la interna en el Partido Militar gracias al apoyo de los grandes empresarios, beneficiados por la desaparición de sus delegados de fábrica que lo impulsaron a la presidencia de la Nación, luego del período de Roberto Eduardo Viola.
Por eso decidimos incluir la crónica individual del ascenso y decadencia de Galtieri atravesada por los testimonios de militantes revolucionarios que sufrieron cárcel, tortura o la desaparición de seres queridos en aquellos días. Aparecerán voces de mujeres muy valientes como Cecilia Nazábal, Alicia Gutiérrez, Lucila Puyol junto a relatos de compañeros que intentaron y todavía intentan transformar la realidad de la Argentina a favor de las grandes mayorías.
Aparecen los negociados que se hicieron con tierras públicas de Santa Fe y Chaco y también la soledad con que el ex arzobispo de Santa Fe, Vicente Faustino Zazpe, denunciaba el negocio que se estaba armando en relación al conflicto con Chile por el canal de Beagle.
Es también en esos años cuando Galtieri abre el noroeste argentino a través del puerto rosarino para el desarrollo de los “cocaleros” bolivianos, iniciando el proceso contemporáneo del narcotráfico. Por eso, años después, le daría asilo a los coroneles golpistas García Mesa y Arce Gómez, responsables de la “narcodictadura” de julio de 1980.
Por eso solemos decir que Malvinas empezó en Rosario, en la provincia de Santa Fe.
Luego están los convenios de paz con Londres que significaron la profundización de la depredación del Mar Argentino desde los años noventa hasta el presente y la perpetuación de los intereses imperiales en el presente de la Argentina.
En homenaje a los combatientes caídos y a los que siguen comprometidos con el pueblo argentino dedicamos este libro de investigación periodística y denuncia política.
Porque cuarenta años después del inicio de la guerra de Malvinas, la pelea por una Argentina con verdadera soberanía ambiental, económica y política, continúa en cada uno de nosotros.
Del Paraná a las Malvinas, de Malvinas al Paraná, una historia que sigue en la vida cotidiana para convertir en realidad el sueño colectivo inconcluso de las grandes mayorías.
FUENTE: https://www.pelotadetrapo.org.ar/malvinas,-40-a%C3%B1os-despu%C3%A9s.html