Hacia los 450 años de la Fundación de Santa Fe,


les cuento “LA PEQUEÑA HISTORIA”…

Cuando en 1992 España se había dispuesto a celebrar el V. Centenario de la Conquista de América, desde América, la respuesta fue que en lugar de “celebración” había que rescatar y reconocer la cultura de los pueblos originarios. A partir de allí, hicimos una serie de programas dedicados a los aborígenes (los que estuvieron desde el origen) y conocimos varios personajes que nunca olvidaremos…

Una mañana se presentó en mi casa un indio mocoví con su mujer y una niña en sus brazos solicitando que lo ayudáramos porque no podían registrar el nombre de su pequeña. Es así, que fuimos ante el Juez del Registro Civil para interceder y esto fue lo que sucedió: “Porque quiere ponerle otro nombre a su hija- le preguntó el Juez mientras le alcanzaba unas hojas, diciéndole- acá tiene esta lista de nombres para elegir”. El indio tomó las hojas, las miró y le contestó: ” Usted sabe lo que quiere decir Mabel, Cristina, Graciela o Ramona?

y el Juez le respondió que no lo sabía- nosotros queremos ponerle a nuestra hija NAIMIK, que si sabemos lo que significa: “la mas bella de la Costa”… Y usted me obliga a elegir entre esos nombres que ni usted sabe lo que significa!….. ” El Juez se quedó un rato reflexionando y dijo: Está bien, me convencieron… va a ser el primer nombre anotado en lengua mocoví.

Así descubrimos que cada nombre , detrás de cada aborigen que conocimos, escondía su verdadero nombre indígena que nada tenía que ver con los Antonio, Héctor o Matilde. A los pueblos aborígenes les habían quitado hasta la dignidad de poder llamarse con sus nombres verdaderos que sus padres les habían puesto.

No se trata solo de devolverle sus tierras o reconocer su cultura, se trata de recuperar la dignidad perdida, aunque sea utilizando sus nombres propios verdaderos..


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