EJERCICIO DE VIDA


ESPIRITUALIDAD

Por José Trigueirinho Netto

Las elecciones más decisivas en el curso de la vida parten del centro del ser, de nuestra alma. Sin embargo, aunque ella determine los rumbos básicos que habremos de seguir, también la personalidad, nuestro yo externo, posee cierto poder de decisión.

Como personalidad, ejercemos el libre albedrío para aprender a elegir. A través del repetido ejercicio de esta capacidad de escoger vamos aprendiendo a abandonar lo que perjudica a la evolución, hasta el momento en que comenzamos a percibir la voz del alma y a ser atraídos por ella.

Por tanto, la capacidad de decisión de la personalidad varía según los grados evolutivos que vamos alcanzando. Esa capacidad de decisión es fuerte y dominante mientras nos dejamos conducir por los aspectos materiales de nuestro ser: el físico, el emocional y el mental; y la misma se redimensiona a medida que optamos por la evolución superior.

Cuando transferimos nuestras decisiones al alma, de ella nos comienzan a llegar pruebas para purificarnos y oportunidades para que evolucionemos. La personalidad se vuelve más flexible y obediente hasta que, finalmente, comprendemos cuál es nuestra tarea como alma encarnada.

Para cumplir esa tarea necesitamos ser guiados por indicaciones internas provenientes del alma, quien conoce las leyes evolutivas y nuestro destino. Así pues, cuando nos entregamos a la voluntad del alma, cuando es ella quien conduce nuestros actos, se cumple lo que está previsto para nuestra vida sobre la Tierra.

La vida regida por el alma está precedida por un período de purificación y ajustes, pudiendo formar parte de ese período lo que se llama «fase de arrepentimiento».

En sentido espiritual, arrepentimiento es la disposición para reconocer errores e inmediatamente actuar de forma de equilibrarlos. No se trata sólo de lamentarse y no debe confundirse con la tendencia a llorar por el dolor que causamos, o de pedir disculpas sin que nada se transforme en nosotros. Las lamentaciones por sí mismas no tienen valor evolutivo; solo deprimen y perturban nuestro equilibrio sin llegar a resolver nada.

El arrepentimiento verdadero es un impulso para sanar las desarmonías que causamos en el pasado. Si vivimos el arrepentimiento de esta manera, es decir, si comenzamos a actuar equilibradamente, de hecho nos preparamos para nuevas etapas del camino.

Dado que evolucionamos por ciclos, hay plazos establecidos internamente para que demos ciertos pasos. Cada ciclo nos ofrece una serie de oportunidades, disponibles según la ley del karma. Si no las aceptamos, tendremos dificultades para pasar al ciclo siguiente.

En otras palabras, el curso correcto de la evolución sería que cumplamos los ciclos, que no dejemos para después lo que podamos hacer ahora. Así y todo, si no conseguimos dar los pasos previstos tendremos de algún modo otras oportunidades de evolución, pues vivimos en un universo regido por la ley del amor. De manera que, si tenemos que repetir un ciclo podremos aplicar lo que ya aprendimos. Si nos dejamos llevar por el aspecto negativo de nuestro «fracaso» sólo seremos instrumento de pruebas para los que están cumpliendo una etapa semejante. Pero si adoptamos actitudes positivas, podremos ser un estímulo para el progreso de todos, los cuales se beneficiarán con la experiencia de nuestra caída anterior.

En la etapa en que ya estamos siendo guiados por el alma, nuestra capacidad de servir, de ayudar a los semejantes, se amplía incesantemente; vemos en cada ser una esencia espiritual. Sabemos que todos venimos de la misma fuente creadora y que el Amor es la ley primera del sistema solar. Así, tratamos a todos con amor de forma natural, inclusive a los que presentan características diferentes de la mayoría o alguna limitación.

También por la ley del amor, cada ser tiene su lugar en el universo, donde mejor puede desarrollar sus aptitudes, su forma de donarse. Mas, nadie es capaz de reconocer ese lugar usando sólo la mente o el deseo de servir. Solamente en lo profundo de nuestro ser sabemos dónde se encuentra.

Para llegar a ese conocimiento y ser más útiles, debemos enfocar los niveles internos de la consciencia con fidelidad, constancia y desapego; niveles de los cuales emana la sabiduría necesaria para ayudar al prójimo sin interferir en su destino. Lo fundamental es que esta búsqueda interna sea la prioridad en nuestra vida. Siendo así, nuestros días se irán tornando puro servicio del alma en beneficio de cualquier persona que necesite ayuda.

El amor es la capacidad de unión, de cohesión. Si no existiese, en el universo prevalecerían las fuerzas contrarias a la unidad, y él se desintegraría. Esto es verdad también para todos lo seres que habitan el universo y forman parte de él.

El amor mantiene los átomos reunidos e integrados y activa el desarrollo de la consciencia en todos sus grados de expresión.

Existen consciencias y personas que canalizan con pureza la energía del amor, manifestándola impersonalmente sin apego ni posesividad. Pero, por el momento, la expresión más límpida del amor es, en general, misteriosa y desconocida; pues la mayoría lo confunde con afectos personales, con actitud posesiva y con dependencia.

Debido a que el ser humano común está todavía polarizado en el nivel emocional y en el instintivo, interpreta su necesidad genuina de integración, en sí mismo y en el universo, como la necesidad de complementarse con un semejante. Busca, entonces, el amor afuera; movimiento que le impide establecer contacto con la fuente de amor, que se halla en el interior de sí mismo.

Puede sucedernos, que en este camino de descubrimiento del amor universal y puro, quedemos detenidos en alguna de sus etapas, apegados a personas o a situaciones. Así, al no comprenderlo como una energía cósmica, infinita, ignoramos que, cada vez que renunciemos a nuestros objetos de amor, hallaremos una expresión más profunda e inclusiva de él.

Esa comprensión nos aporta el aspecto más elevado del amor: la sabiduría, que ha de disolver nuestras ilusiones emocionales y mentales, proporcionándonos la sensibilidad interior, el conocimiento intuitivo de la real necesidad de los demás seres. Por ello nos da la capacidad de ayudar sin interferir.

La sabiduría indica la dirección real y correcta que debe seguirse; pertenece al corazón, no a la mente analítica y discriminadora. El amor-sabiduría brinda una comprensión que no requiere pensamientos lógicos, y en él no hay engaños ni ilusión.

Y si nos preguntaran cómo llegamos al amor sabiduría, responderemos que se trata de un misterioso camino, recorrido por la senda de la renuncia a lo ya conseguido, por la ofrenda incondicional y desinteresada de lo mejor de nosotros mismos.

El amor es sabio cuando es liberador, curativo e impersonal, cuando nos lleva al encuentro de las necesidades de nuestros semejantes y del universo en el que estamos incluidos. Movidos por él, establecemos metas en consonancia con la evolución de la vida. El amor sabio nos impulsa a buscar lo esencial y no las efímeras apariencias. Nos hace ver, sin limitarnos, lo que hay de positivo en cada circunstancia.

El amor sabio no se restringe solo al reino humano. Transfigura y perfecciona todo lo que toca. Así, lo que está limitado se expande y se integra en su más pura esencia interna. El amor sabio hace al ser humano compasivo y disponible para todo y para todos. Consagrado al cumplimiento de elevados propósitos, es irradiado por fuentes cósmicas.

El amor común, a su vez, lleva al ser a identificarse con las formas externas, a engañarse con las apariencias y las circunstancias. Está sujeto al ritmo de la evolución natural, con sus avances y retrocesos. Por lo tanto, es incierto y sufre influencias de las fuerzas antagónicas que limitan a la persona a resolver, sobre todo, problemas de subsistencia en el plano físico, a satisfacer diferentes carencias en el emocional, y a mantener prejuicios en el mental. En esos planos hay muchas carencias, lo cual causa engaño en los que son movidos por el amor humano, común, al considerarlo como el único instrumento de acción y de vida existente.

Las decepciones del amor humano llevan al ser a descubrir las infinitas posibilidades del amor-sabiduría y a la necesidad de vivirlo. Al surgir la sabiduría la consciencia es atraída hacia los niveles internos. Y el alimento que de allí fluye transforma al ser por completo.

De la Serie Síntesis de Charlas de Trigueirinho

Del libro: OPORTUNIDADES DE CRECIMIENTO, Editorial Kier


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