ASUME LA RESPONSABILIDAD DE SER FELIZ


CLAVES PARA LA VIDA

Por Moira Lowe

Durante toda mi vida, desde muy joven, me encontré con muchas preguntas que siempre habían
estado en mi interior ¿qué es la vida? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es el amor? ¿Qué es la
felicidad? Veía gente alegre, pero no feliz, yo misma podía haber hecho lo que quisiera, pero
siempre me detenía a pensar ¿cuál es el sentido de esto? Y cada vez me sentía más sola con todas
estas preguntas, con tanto ruido en mi mente que me sentía perdida. Quería paz.

Estando en la India encontré a Brahma Kumaris en donde, además de aprender a meditar, inicié el
mejor viaje de mi vida, el viaje hacia el interior de mi ser. Empecé a encontrar las respuestas que
me había estado haciendo toda mi vida, porque al meditar, lo que estaba aprendiendo era a
conocerme, a reconectar. Empecé a tener experiencias que me hablaban al corazón, más allá de la
razón, de las explicaciones, de las interpretaciones y entendí que este viaje hacia el interior de la
conciencia había abierto una nueva posibilidad por encima de cualquier otra cosa.

Descubrí que hay una conexión con la verdad inherente del ser, que nada me hacía ser más feliz
que conocerme a mí misma. Me di cuenta que no me conocía y que las cosas que en la vida me
habían hecho feliz eran efímeras, porque cuando nuestra felicidad está ligada a algo externo, que
es temporal, y todo alrededor es temporal, nos ponemos como meta de felicidad lograr cosas que
vamos a dejar atrás, que son efímeras, ya que todo es movimiento y cambio. Por el contrario, si
uno piensa que uno es el viajero, uno es la energía que está en movimiento continuo, y yo como
energía estoy continuamente expresándome, fluyendo, aprendo que todo cambia, que nada es
estático, que mis experiencias, mis aprendizajes y mis relaciones cambian.

Entonces vamos entendiendo que la felicidad es una condición inherente que le pertenece al alma,
por eso decimos quiero ser feliz y no hacer feliz, y si yo soy feliz voy a hacer las cosas felizmente,
porque esto está presente en la conciencia del alma, del ser, de quien soy, de esa manera nos
vamos poniendo metas elevadas en la vida.

Yo asociaba felicidad con libertad, pero ¿libertad de qué? La libertad solo existe en mi mente
cuando soy capaz de elegir lo que quiero pensar, y como fruto de lo que pienso, creo mi mundo
interno como un clima, mi creación, como mi estado, y eso es lo único que puedo poseer, mi
estado interior, porque todo lo demás que hoy está conmigo, y que yo pudiera pensar que es mío,
en realidad no lo puedo poseer. Y si hay algo que se interpone entre mi deseo de ser feliz y la
felicidad misma es esta ilusión de ser lo que no soy y de poseer lo que no es mío.

En esto hay un aprendizaje profundo, es un viaje, el más fascinante, el viaje hacia el interior.
Entender quién soy implica reconocer qué no soy; toda esa identidad en nuestro personaje, clase
social, educación, nombre, recorrido, resultado de las acciones o de lo que se tiene, hacen parte
del viaje, pero nada de eso nos constituye.
Algo que nos separa de la felicidad es el yo equivocado, el yo del ego, el que se identifica con todo
lo que no soy. Tenemos una imagen, que es nuestro cuerpo, y es algo que tenemos, pero no lo que
somos. Entonces toda la personalidad que se construyó alrededor de estas ilusiones del “yo soy”
nos priva de la libertad, porque nuestro nombre, por ejemplo, es el nombre del cuerpo, pero
cuando dejemos este cuerpo ese nombre termina. El cuerpo solo representa al personaje que
interpretamos para expresarnos, pero yo soy esa luz que habita el cuerpo, la luz que expresa al
personaje. El nombre no tiene vida, el alma es la vida, yo soy la vida.
Podemos tener esa mirada que diferencia quién soy yo realmente, diferente a quien yo pensaba
que era, porque esa imagen de quien soy es la voz del ego, es mi identidad que me encasilla; el
alma es antes que este nombre y este cuerpo que tengo ahora y va a seguir después de dejar este
cuerpo porque la vida es eterna, y nada nos daría más felicidad que saber que mis sueños son
ilimitados, porque nadie sueña con cosas pequeñas, con pedacitos de cosas, se sueña en grande, y
si soy capaz de soñar en grande es porque soy grande, el alma es ilimitada, pero cuando nos
encasillamos en un personaje y pensamos que vamos a terminar algún día, la identidad con este
cuerpo genera miedos, especialmente el miedo de todos los miedos, que es el miedo a la muerte.
Pensar que lo que soy terminará algún día, genera frustración.
Sin embargo, la vida es la fluidez continua del significado. Cuando podemos empezar a cultivar
esta mirada, nuestro horizonte se expande y nuestros sueños son posibles. Pienso entonces que
vivo la vida de mis sueños, y no la vida como un sueño.

Todo esto no significa no anhelar o crecer, lo que significa es desarrollar estados de consciencia
más refinados, sutiles, es volverme más virtuosa, poder usar más el poder interno, tener mucha
más cercanía a Dios, conseguir metas espirituales y crecer en ese camino, un camino que no es
externo, y es ahí la verdadera liberación, el poder pensar que la felicidad depende de mí.

Todo esto me permite entender que nada es para siempre, que todo pasa y puede cambiar y si
atravieso noches oscuras o momentos difíciles, son solo pruebas, cuantas más altas sean nuestras
metas, más grandes serán nuestras pruebas ya que, si no tuviéramos pruebas, ¿qué haría que mi
energía, que está en un nivel cualquiera, subiera? Mantendríamos una energía fluyendo siempre
en el mismo nivel.
Entonces, me pongo una meta, por ejemplo, me digo que quiero ser tolerante, y es como si
delante de mí dibujara una escalera, con cada fluir aparecerá una prueba que nos hace sacar más
de lo que se tiene adentro y entonces debo hacer el esfuerzo para lograr esa meta que me puse.

Después de superar esa prueba viene un momento como de vacaciones, igual que la escalera, cada
peldaño me hace crecer un poco más. Y estos peldaños, o desafíos, que voy superando en mi
camino, hacen que mi energía se eleve. Cada prueba viene para que yo crezca, nada viene para
derrotarme o para perjudicarme, todo me prueba para que yo saque más de eso que hay dentro
mío, para que exprese el potencial que me llevará a ese otro lugar, donde quizás estoy aún con
alguno de mis vicios, perturbable, irritable. Por ejemplo, si yo quiero ser humilde, entonces tengo
que usar eso que tengo adentro y basta con que nos pongamos la meta y llegarán todas las
pruebas que me sacudan, todo lo que lastime el ego, simplemente para liberarme y que esa
energía que el alma es se exprese, esas son nuestras grandes conquistas.

De esa manera, mi felicidad está totalmente conectada con esa capacidad de innovación, de
mantenerme motivado, y nada me debe motivar más que yo mismo, que sentirme y lograr ser un
conquistador de todo aquello que me está separando de mí, y que definitivamente es una ilusión.
Pero en este viaje, de ir hacia adentro y volverme un observador, están las influencias. La máxima
influencia sería, por un lado, el mundo externo, como en el caso de lo que puede estar pasando en
la actualidad, porque si lo primero que hacemos al levantarnos es tomar el celular y mirar las
noticias, con certeza que no vamos a estar muy felices, porque no hay nada muy feliz que contar
allí. Yo, por ejemplo, todas las mañanas después de la clase, me digo “hoy será un día fantástico”,
y fantástico porque yo así lo determino, porque no es que vayan a pasar cosas fantásticas sino
porque yo lo voy a vivir así, esa es mi elección, y esa es la responsabilidad que yo asumo, en el
convencimiento de que ser feliz es una elección, es una decisión que yo tengo que tomar, no lo
dejaré a la consecuencia de lo que pase o no, lo que haga o no, lo que suceda o no, o de que
alguien haga o no haga. Ser feliz tiene que ver con lo que estoy pensando, con los sentimientos
que genero, tiene que ver con cuánto soy capaz de vivir alineado al propósito de mi vida.
Volviendo al tema de las preguntas que me hacía cuando era joven, la otra pregunta era ¿cuál es el
sentido de la vida?, yo tenía 24 años cuando me hacía esas preguntas, y podía haber hecho lo que
hubiera querido, pero ante cualquier posibilidad que surgía me preguntaba ¿…y para qué eso?
¿Cuál es el sentido? Sentía que no quería tener nada, que me daba lo mismo todo, y en ese
momento me significó sentirme perdida, pero hoy me doy cuenta que tengo el mismo
sentimiento, siento que no necesito nada y que si tengo ayuda, y en esto doy el crédito total de
este viaje interno que me ha significado una vida tan elegible por mí, es que cuento con la ayuda
que Dios me ha dado, porque sé que sola no tendría el coraje para enfrentar dos cosas; por un
lado, cuando nos volvemos un observador tenemos que enfrentar la negatividad que se ha
acumulado y esa es la gran influencia. Negatividad del mundo externo y negatividad de nuestra
mente y nuestro propio pasado que está grabada en el alma, en forma de hábitos y que son muy
fuertes, pero por otro lado la dificultad de mantener la mirada puesta en este observarme, ver lo
que somos originalmente, ver que soy un alma de paz, de amor, que soy la verdad, esa llama de
luz eterna, que es lo que hacemos al meditar, meditar no es solo volver a casa y verme a mí mismo
como soy originalmente sino también poder reconocer a quién pertenezco.

Así como la naturaleza tiene una fuente de luz y de calor, que es el sol, y éste permite que las
semillas se manifiesten y surjan, de la misma manera nos sucede a nosotros, el alma, que es como
una semilla, llena de contenido que habita un cuerpo y se expresa a través de la mirada, la sonrisa,
las actitudes, las palabras, esa energía del alma necesita reconectar con una Fuente, y es la Fuente
Suprema de amor, paz, verdad, la Energía Suprema, el Padre de toda la humanidad, generando un
sentido de pertenencia entre las almas, una relación, y cuando hay relación hay fluidez, hay
intercambio de energía, donde yo soy el hijo y Él es el Padre y la Madre, porque en Él está la
energía en femenino y masculino en perfecto equilibrio. De esa manera, mis necesidades, esas que
yo quiero para ser feliz, tienen una Fuente y cuando esa Energía toca la semilla que soy yo, habilita
la expresión de todo mi contenido.

Dios se convierte en el catalizador de las expresiones de mi felicidad, del amor que hay en mí,
porque yo mismo no sé que soy enteramente amoroso o pacífico debido a que llevo mucho
tiempo identificándome con la ira, con el apego, o con tantas emociones negativas, que me
separan de la felicidad Entonces, cuando Esa energía vuelve a tocar mi alma me reconecto con mi
propia esencia y desde ahí puedo ver que todo lo negativo no hace parte de mi ADN espiritual, lo
puedo trascender y con la práctica de la observación, del diálogo interno, de la reflexión, de los
aprendizajes logrados, el estudio y la meditación voy ganando terreno a esa ignorancia que tenía
de mí mismo, y era la única razón de mi infelicidad.

P. ¿Qué hacer para bloquear los pensamientos negativos cuando se generan frustraciones por no
poder cumplir con lo que se ha anhelado?

R. Una de las cosas que podemos aprender a practicar es el volverme guardián de mi propia
mente, y así como hemos tenido pensamientos negativos que nos han llevado a experiencias
dolorosas, tristes e incluso equivocadas, podemos aprender a crear los pensamientos que
nosotros queramos. Toda situación tiene un lado de adversidad, pero hay una mirada que puede
ver allí el beneficio y tenemos que entrenarnos a crear pensamientos positivos. Algo que me ha
ayudado es instalar la práctica de la meditación como algo cotidiano. Si cada día puedo reconectar
conmigo, ya que para transformar lo que pasa en mi mente tengo que ser un observador de ella,
pues todo lo que pienso determina lo que siento, entonces puedo pensar de otra manera.
Preguntarme qué es lo que valoro en mi vida, qué le da sentido a mi vida. Si empezamos a crear
momentos de soledad interior todos los días, vamos a encontrar esas respuestas, porque en ese
silencio del alma está esa verdad, la verdad eterna que no veía por estar mirando afuera. Aprender
a meditar va a ayudar a saber cómo funciona la mente, ya que ella es algo que yo puedo aprender
a educar, a sanar, a limpiar, a empoderar, a enriquecer.

P. ¿Cómo aprender a mirar que cada cosa complicada es una prueba para crecer y no caer en el
desaliento?

R. Cuando atravesamos momentos difíciles siempre tenemos aprendizajes que quizás en el
momento no se vean, pero que después logramos rescatar, habremos elevado nuestra energía. Tal
vez nos demos cuenta que estamos agarrados a algo, que no hemos podido perdonar u olvidar,
entonces podemos ponernos esa meta y pensar esto no lo quiero más. De lo que sea que
queramos vamos a tener pruebas, pero hemos de entender que nada viene a amenazarnos, todo
viene para hacernos crecer.

P. ¿Qué pautas puedo tener para manejar una situación presente con la que se convive
diariamente y que afecta?

R. La realidad es que si algo nos afecta es porque nosotros estamos aceptando eso. En un libro
maravilloso aprendí que “las cosas pasan para mí, pero no me pasan a mí”, es decir, que cuando lo
que pasa lo empiezo a pensar ya no está solo afuera, lo he traído dentro mío. Debemos aprender a
no tomar aquello que pasa fuera, aprender a protegernos con los mejores pensamientos, estar
muy activos internamente, a generar solo los sentimientos que elijamos, y eso solo se logra
cuando generamos los pensamientos que elegimos. Para eso podemos aprender a entrenarnos.

P. ¿Cómo hago para llevar tanta responsabilidad sin tener la sensación de ser la responsable para
muchas cosas para mi familia y no poder ser feliz con lo que yo quiero?

R. Lo primero es compartir la responsabilidad con Dios ya que, si hay hijos en la familia, ellos son
responsabilidad de Dios, no de la madre o el padre. Muchas veces la felicidad se pierde por la
preocupación de lo que se quiere para ellos o de lo que se cree deben ser. Hay dos cosas
importantes en nuestra vida de relaciones y es entender que mis metas no son las metas del otro y
que tenemos que dar lugar a que cada persona elija, porque ésta es una de las cosas que más
desgastan a los padres, las elecciones que hacen sus hijos. Tenemos que ver las individualidades,
que cada uno está fluyendo en su energía, tenemos que ir armonizando nuestras diferencias
entendiendo que no somos dueños de nadie, que están con nosotros pero no los podemos poseer
ya que si hay algo que nos separa de la felicidad es la posesividad. De esta manera podremos
generar el desapego, para brillar y ser lo que verdaderamente somos cada uno y así regalarle el
mejor regalo que se puede hacer a otro y es el ser un ejemplo para inspirarlo, entendiendo que la
única Fuente de todo lo que él o ella necesita es la Fuente Suprema.


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