El origen de las almohadas se remonta a la antigua Mesopotamia, hoy en día conocida como Irak. Se empezaron a fabricar para que los más ricos pudieran elevar su cabeza del suelo cuando dormían y así evitar que los insectos entraran en su boca y oídos.
Además, se han hallado almohadas en las tumbas de los faraones, pero, como resulta lógico, eran muy diferentes a las que actualmente conocemos. En esta parte del mundo se utilizaba para ahuyentar a los malos espíritus.
las almohadas inicialmente fueron hechas de piedras lisas, madera, bronce, bambú y porcelana. Generalmente tenían una parte superior curva donde apoyaban la cabeza y eran decoradas con figuras de animales, plantas o personas.
Cabe resaltar que no se utilizaban materiales suaves porque en las antiguas culturas se creía que estos elementos robaban al cuerpo la vitalidad y causaban problemas, desde mala circulación de la sangre hasta no cumplir con su función de mantener a los demonios alejados, por ello las preferían de materiales duros.
Las almohadas, tal como lo conocemos hoy, se empezaron a crear en la antigua Grecia y Roma, ya que, en esa época, los artesanos comenzaron a utilizar la paja y las plumas para crear almohadas más cómodas y menos dolorosas. Sin embargo, solo estaban al alcance de las clases más privilegiadas.
No fue hasta el siglo XIX, con el inicio de la Revolución Industrial, cuando las almohadas se convirtieron algo común en los hogares. Gracias al avance de la tecnología se empezaron a producir en masa y su precio bajó considerablemente.
La figura femenina de la imagen, realizada en piedra caliza datada entre 1550-1295 a. C. dinastía XVIII, se encuentra eb el Museo Metropolitano de Nueva York.