NO HAY PEOR ASTILLA QUE LA DEL MISMO PALO


Por Ricardo Luis Mascheroni -docente-

Nunca tan bien aplicado este dicho a tres casos, en que se ven involucrados el poder, las herencias, fortunas incalculables, casi siempre obtenidas en una forma cercana a la ilegalidad y con desprecio hacia las mujeres.

En todos ellos, las oligarquías terratenientes nativas, autoritarias per se, dejan más que la marca de sus huellas, de sus garras, para el despojo de algunos de sus miembros.

Me refiero a tres familias o debería decir en el léxico mafioso (la famiglia: que se identifica con un jefe y tienen una estructura jerárquica para poder controlar todos los asuntos legales e ilícitos en un territorio determinado), aunque seguramente cualquiera podría agregar muchas más, en que se ven comprometidos personajes notables y poderosos.

Estoy haciendo referencia a los Mitre, los Macri y los Etchevehere, en los que en todos los casos muestran aspectos oscuros, intrincados y abusivos en el manejo de los intereses y fortunas recibidas por herencia, que algún día habría que investigar sus orígenes, en los que siempre aparece el despojo u obtención dudosa de dinero en negocios con el Estado y sus tierras, el pago de impuestos y privilegios otorgados por la corrupción oficial.

La tremenda impunidad de la que gozaron durante mucho tiempo, consecuencia de la ceguera de la justicia y la cercanía y complicidad con los círculos oficiales, empiezan a desmoronarse, producto de rencillas internas, en que la omertá o código de silencio se ha roto, por alguno de sus miembros, en razón de la exclusión o reparto inequitativo del botín de sus tropelías y afanes para conseguirlo.

En las tres familias, las astillas se llaman Esmeralda, Mariano y Dolores y reclaman presumo legítimamente, en el mejor de los casos, rendiciones de cuentas de sus trapisondas en el manejo de los haberes hereditarios, cuando no denuncian evasiones impositivas, apropiación indebida de créditos, bienes, extorsiones varias y toda una serie de violaciones a distintos artículos del Código Penal y destratos al por mayor, sin omitir los casos de espionaje que se ventilan en los medios de comunicación y en la justicia.

¿Son o eran mejores estos denunciantes, que el resto del clan al que pertenecen o pertenecían, que mientras gozaban de la protección familiar y sus espurios privilegios, se quedaron callados?

Formulo este interrogante en razón de que cierto progresismo y periodistas interesados quieren darle una visión o relato cuasi romántico y justiciero a los que hoy se muestran indignados.

Estas astillas clavadas en lo profundo del palo, quieren verdad y justicia, le repugnan los comportamientos de sus pares, discuten valores y principios? me da la impresión que para nada, como los piratas y filibusteros en los repartos de la isla de La Tortuga, solamente con el cuchillo entre los dientes, reclaman dinero contante y sonante.

Si no los hubieran pizarreado o pasado pal cuarto, como decíamos en el barrio a lo lejos, seguirían en su mutismo inmaculado por toda la eternidad, disfrutando de los bienes mal habidos y en su zona de confort.

Tengamos en cuenta que en las familias aristocráticas, terratenientes, corruptas y prebendarias, sigue en vigor, pese a lo dispuesto por la Asamblea del año XIII, una suerte de mayorazgo a favor de los hijos mayores, ello por si solo provoca la exclusión de las mujeres del manejo de los bienes hereditarios y en la no rendición de cuentas de sus actos y dineros.

Ello y la avaricia, ha justificado el despojo de Esmeralda en los Mitre, el apartamiento del menor de los hijos con Mariano y el espionaje a las hijas mujeres, en los Macri y las presiones y posibles extorsiones a Dolores en los Etchevehere, todo lo cual hoy por hoy es parte de la comidilla mediática y política, que con una gran cuota de hipocresía opina de un lado y del otro del mostrador, sin importar que muchas veces por no decir casi siempre, es el Estado el que por la elusión y evasión es el que pierde y en consecuencia perdemos todos.


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