Por Ricardo Luis Mascheroni -docente-
La celebración surge del 1° CONGRESO INDIGENISTA INTERAMERICANO realizado en 1940, en Pátzcuaro, estado de Michoacán, México, convocado por Lázaro Cárdenas, presidente del país.
Participaron delegaciones de toda América y el objetivo fue analizar su situación y se denominaron a sí mismos INDIOS, en función de que bajo ese nombre “habían sido esclavizados y bajo él se iban a liberar”, acordando una estrategia común para romper su discriminación.
A partir de él se fundó el Instituto Indigenista Interamericano, en México, dependiente de la OEA.
En el país se instituyó en 1945, por decreto del P.E.N., pese a ello la situación no mejoró y recién en 1994 en la Constitución Nacional, se reconoció la preexistencia de los pueblos originarios, el derecho y respeto a su identidad, el derecho a una educación intercultural y la personería jurídica de sus comunidades, entre otros. No hay dudas que estos pueblos siguen estando entre los más vulnerables de la sociedad y víctimas de innumerables atropellos.
Hoy, son 24 las comunidades que habitan el país: Toba, Pilagá, Mocovíes, Diaguita, Calchaquí, Mapuche, Wichi, Guaraníes, Coyas, Chiriguano, Tehuelche, Vilela, Chorote, Huarpe, Comechingones, Pampa, Ranquel, Querandí, Ona, Mataco, Chane, Quilmes, y Chulupí.
Pese a su avance en derechos, el Estado y la sociedad están en deuda aún, con quienes habitaron el territorio antes que los invasores, quienes dejaron una rica esencia cultural, que perdura y que, unidas a las de los europeos, contribuyeron a nuestra identidad, que pretendemos desconocer.
Lo que debiera haber sido un histórico encuentro de dos civilizaciones, Europa y América, que beneficiara y enriqueciera a ambas, fracasó.
El conquistador, por soberbia, ignorancia, avidez y poder militar, sojuzgó a estos pueblos, y se apoderó de todas su posesiones, destruyendo a sangre y fuego sus culturas, creencias y valores.
No obstante el genocidio, muchas de sus cosmovisiones y culturas perduraron en el tiempo, por la tradición oral, algunos de sus escritos y por el esplendor de muchos de sus templos y construcciones.
Los indios relegados, marginados y esclavizados por siglos, siguen clamando justicia y aspiran a un trato humanitario, los que no pretenden ya privilegios por su condición de primeros habitantes, sólo aspirando a un trato como iguales, que se reconozca el derecho a la tierra donde habitan, igualdad de oportunidades: de estudio, de trabajo y de progreso, y el respeto a los valores de sus culturas.
El Día del Indio pretende cuidar, perpetuar y resaltar el valor de las culturas de América, forjadas antes de la conquista y que son las que le imprimieron a nuestra tierra los primeros rasgos culturales, forjando una raíz y un presente en cierto modo indígena.
En nuestro país, según algunos datos, cerca de 3 millones de ellos viven en comunidades organizadas y todos sabemos que no están en la misma situación de los inmigrantes, relegados de la historia, desde siempre.
Cabe en la fecha hacer un profundo análisis sobre nuestras conductas y actitudes para con ellos, para intentar superar dichas desigualdades, y entender que ellos son nuestros semejantes, en razón de verdaderos principios de derechos humanos.