Corresponsal desde Italia: Guingo Sylwan
El chanta no tiene género. Existe en ambos sexos. Y en todos los países, en Italia se llama “furbo”.
Inmediatamente dejo en claro que mi juicio sobre el chanta no es comprensivo sino despectivo. Porque la primera regla de los chantas es no respetar las reglas. O fingir de respetarlas.
Por ejemplo: el piola usa el casco cuando va en moto… pero en el codo. Va a la Happy Hour sin barbijo… o lo usa debajo del mentón que es más pintón y canchero. Es muy probable que arroje los guantes usados y el barbijo en el suelo. Porqué las reglas son siempre para los demás, el chanta las evita. Los piolas o chantas ya adultos evadirán los impuestos (con el resultado de que quien los paga, pagará más), pero serán los primeros en quejarse, -¡mientras usan los Servicios por los que no han pagado!- “que la Salud Publica no funciona”; “que el transporte público es un desastre”; “que no hay suficiente Seguridad y Policía para defendernos”… de los chantas! “Que las calles no están limpias”… pero son los que vacían el cenicero del auto en la calle tan pronto como estacionan.
El chanta saca su perro para que haga las necesidades frente a la casa (de los demás, nunca frente a la propia), sin llevar la bolsita para recogerlas… pero el pobre animal no es culpable de tener un dueño tan piola.
Para lxs chantas, la cola no existe, se llama “Solo tengo que hacer una pregunta” o en el supermercado: “¿Permite? Solo tengo estas pocas cosas…”.
Estaciona en doble fila o delante de la salida de un garage y va a desayunar o a hacer compras.
En resumen, puede hacer una estadística usted mismo y comprobar cuántos actos de estos ve en una semana (siempre que no tenga que hacer un selfie :). El piola es una especie parásita, vive aprovechando la tolerancia de los demás y dado que su objetivo es realmente destructivo, o al menos no respetuoso, hacia el prójimo, nuestra consideración solo puede ser de hostilidad total, en lugar de tolerancia o aceptación social, como a veces sucede ¿Porque? Porque si no se extirpa inmediatamente, crece y se reproduce. Se vuelve viral y dañino. Corroe a la sociedad civil y sana desde el interior.
Podemos dividirlos en varias categorías: pequeños, medianos y grandes chantas, públicos y privados.
El pequeño chanta no surge de la nada, generalmente lo crían esos padres que consideran más educativo acusar a maestros y profesores (culpables de los malos resultados escolares del proprio heredero), en lugar de educar al hijo para que estudie más o mejor. Y así, lentamente, el chanta en desarrollo, siempre intentará gambetear los caminos más fatigosos.
El chanta o piola debería asociarse más con la estupidez que con la inteligencia. Podrá superar un examen con una piolada, pero no podrá superar la ignorancia. Al crecer, se convierte en medio chanta o chanta y medio: es el que arroja latas, colillas y botellas en la calle, usa el automóvil de la abuela (con calcomanía “permiso para discapacitados”) para estacionar el viernes por la noche lo más cerca posible del Bar de amigos; en resumen, que no le importan los demás, porque fue criado para tener solo derechos. Muchos derechos, pocos deberes.
Esta categoría, en el futuro, pagará en negro a la badante que acompaña a la abuela (la misma que le prestaba el coche); si será comerciante se “olvidará” de hacer el recibo; etc etc.
En algunos casos, también puede convertirse en un gran chanta: si Público robará al Estado (que somos todos nosotros) y, si es un funcionario, de muchas otras formas más dolorosas, serias y “legales”.
El gran chanta Privado, puede convertirse en el industrial que descargará desechos tóxicos en los ríos, que “no se ve mucho y cuesta menos”; en casos más limitados, sin embargo, el gran chanta ocasionalmente puede terminar en cana, como la culminación de una brillante carrera dentro de una gran organización… de chantas.
En síntesis, el piola o chanta, que a veces parece ser tolerado/a o admirado/a, es definitivamente un enemigo peligroso. Y en época de pandemia, seguramente ignaro de reglas y sugerencias para evitar o difundir contagios, subestimará la peligrosidad del virus, (como han hecho algunos de sus compañeros de categoría: Donald, Boris, Jair) con la consecuencia de dar marcha atrás, tarde, desordenadamente y con consecuencias nefastas, que han producido y siguen produciendo miles de víctimas inocentes.